miércoles, 2 de enero de 2013

El Señor de las Alpujarras




Este es el título, totalmente simbólico, que Boabdil ostentó escasamente durante un año y diez meses, tiempo transcurrido entre la entrega de la capital de su mermado reino tal día como hoy hace quinientos veintiún años y su partida definitiva hacia Fez. No por nada se le apoda el desdichado, durante este tiempo Boabdil ya no fue más que señor de quienes quisieron acompañarle en su destierro. Profundizamos ahora en la estancia del último Emir de Granada en Laujar de Andarax, en la Alpujarra almeriense.

Esta Tahá o comarca a la que da nombre el rio Andarax tiene el honor de haber acogido hasta tres reyes sin reino. El primero, de 1489 a 1491, fue El Zagal que había sido rey de Granada escasamente un año con el nombre de Muhammad XIII. Después acogería a su sobrino Boabdil y por último al autoproclamado rey de los moriscos, Aben Humeya. Centrándonos en el Rey Chico, para su retiro escogió esta tierra rodeada de agua y vegetación, enclavada en las estribaciones orientales de la vertiente sur de Sierra Nevada, un paraíso donde intentar olvidar sus penas. En uno de los pequeños pueblos de la zona llamado Cobdaa fijó su residencia con su familia y sequito. Según Hernando de Zafra, secretario de los Reyes Católicos, pasaba aquí el tiempo dedicado a la cetrería. Bien que lo sabía Zafra, él mismo había dispuesto entre los sirvientes numerosos espías que le informaban de cualquier paso que daba el depuesto rey en previsión de un posible complot o insurrección. Por tanto el “Señor” de aquellas tierras era todo lo contrario, un cautivo al que hacían creer que aun tenía autoridad sobre un pedazo de tierra que era en verdad su prisión, por lo que se llamó más tarde a esta población Presidio de Andarax.

Salida de la familia de Boabdil de la Alhambra
Manuel Gómez-Moreno González, 1880
Pero la vida tranquila de Boabdil en las Alpujarras no dejaba conforme al Rey Católico, Fernando insistía en que era mejor alejarlo de España definitivamente. Consta en los archivos de Hernando de Zafra que este pagó a Aben Comixa y a Malek, los más cercanos colaboradores del desdichado Rey, para que lo forzaran a exiliarse al otro lado del mar. No habiéndolo conseguido por medio de las palabras, el mismo Comixa firmó  en Barcelona, donde entonces se encontraban los Reyes, el contrato de venta de todas las propiedades de Boabdil, para lo que no tenía autorización. Enterado de la traición de su otrora hombre de confianza, despachó a este. Pero aun había desleales entre sus más allegados que con intrigas consiguieron convencerlo de que lo mejor era partir, bajo el pretexto de que si no serían todos apresados y ejecutados. Aceptó el rey, que ya no era rey ni de un palmo de tierra, firmar el contrato y zarpó junto a su madre Aixa, su hermana y sus dos hijos Ahmed y Jusef desde el puerto de Adra en el mes de octubre de 1493. Morayma, su mujer, había muerto pocos meses antes sumiéndolo más aun en la melancolía. Le acompañaban los pocos amigos y sirvientes fieles que le quedaban.
Estatua de Boabdil, Alcázar del Genil
Para saber más: sobre la figura de Boabdil se ha escrito hasta la saciedad. Para la realización de esta entrada ha servido como bibliografía el libro de sabor romántico “Boabdil”, de Fidel Fernández, escrito en su casa de la Puerta del Vino de la Alhambra en 1937.  También recomendamos conocer la localidad de Laujar de Andarax (VER), que algunos consideran simbólicamente la última capital de Al-Andalus.

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