viernes, 21 de mayo de 2010

El Aljibe del Rey. Granada vista a través del Agua.


Las aguas provenientes de la Alfaguara abastecieron la ciudad de Granada desde el siglo XI como vimos en “Aynadamar, las lágrimas de Granada”. A modo de continuación de aquel paseo, nos acercamos hoy a este aljibe, el más grande de la ciudad y el único visitable, para conocer cómo funcionaba la red de depósitos que daban agua al Albayzín.


Situado en la Placeta del Cristo de las Azucenas, junto al parque de Santa Isabel la Real, el edificio, sede de la fundación Emasagra, engloba un antiguo carmen que recibe el mismo nombre, los jardines anexos y el propio aljibe. Lo primero que llama nuestra atención es el pétreo brocal del depósito abierto bajo un arco de ladrillo con alfiz en la fachada de la casa. Pocos imaginan que existe la posibilidad de estar al otro lado de esa portezuela herrumbrosa. Una vez dentro, situados en el jardín, podremos ver una curiosa amalgama de objetos de épocas y lugares diversos. Así nos encontramos con pedestales provenientes de antiguas cruces situadas en el Sacromonte, piedras de molino, incluso losas que servían de mostradores en el antiguo Mercado de San Agustín reutilizadas en el solado. También encontraremos una gran variedad de plantas y árboles representativos de nuestra región. Desde aquí podremos observa la cara interior de la Muralla Norte de la Alcazaba Cadima y el vecino palacio de Dar Al-Horra. Continuando con la visita, el guía nos mostrará, mediante maquetas y planos la evolución urbana de la ciudad y de la red de conducciones que distribuían el agua de Fuente Grande desde el colector al que llegaba la acequia, situado en la plaza de Manflor junto a la fábrica de cerámica de Fajalauza.


La parte central de la visita la protagoniza el propio aljibe, una construcción del siglo XI cuyo nombre proviene de la creencia de que servía el agua a los palacios de la corte zirí que ocupaban esta zona de la Alcazaba. Se fundamenta esta afirmación en la enorme capacidad del depósito, 300 m3, lo que da indicios de que debía abastecer a un gran complejo de edificios así como la referida ubicación junto a lo que se cree que eran los palacios reales. Se compone de cuatro naves cubiertas con bóvedas de cañón de ladrillo, comunicadas entre sí por arcos del mismo material que descargan sobre pilares. En las bóvedas se abren huecos por los que se recogía el agua de lluvia, lo que hace pensar que su construcción es incluso anterior a la del abastecimiento desde Aynadamar. Uno de estos huecos servía también para extraer el agua, como curiosidad se pueden ver las acanaladuras que el roce de la cuerda, no se usaba polea, ha dejado a lo largo de los siglos en la piedra. Se accede al depósito por el hueco que comunica con el pretil exterior por lo que pasaremos junto a la misma portezuela que antes vimos en la calle, ahora por el interior. Sus reducidas dimensiones y profundidad así como la imposibilidad de agrandarlo han obligado a la realización de una empinada escalera no apta para todos los públicos, y aun siendo ágil hay que tener cuidado al bajar. Junto a este también se conserva el canal de derivación que daba paso al agua desde el ramal al aljibe así como la compuerta que lo cerraba. El guía nos explicará cómo se realizaban los llenados y quiénes eran los encargados de este trabajo. Continúa la visita por otras salas dedicadas a la agricultura, la industria y máquinas que aprovechaban el poder del agua, la legislación y pleitos que supuso su uso o los oficios, como el del aguador, que a su alrededor se crearon.



Por todo ello recomendamos, pues lo dicho aquí solo es un pequeño resumen, acercarse a conocer este aljibe en persona, pues realmente merece la pena. La visita guiada, totalmente gratuita, para particulares se realiza actualmente de lunes a viernes a las 12 del mediodía con una duración aproximada de una hora.


viernes, 14 de mayo de 2010

Escudo de Granada


Tras ser conquistada la jienense ciudad  de Alcalá en 1341 por Alfonso XI de Castilla, es cuando la fortaleza de las Dos Pupilas adquiere su verdadera importancia. Su ubicación geográfica lo configuran una estratégica posición sobre la amenazante frontera con los reinos castellanos, su directa visión hacia la vega granadina le darían el sobrenombre de “Escudo de Granada”. A los pies de la pétrea mole transcurre el camino real que conduce a la capital nazarí, para la  total vigilancia de este camino la fortaleza se apoya en cinco atalayas de vigilancia situados en grandes promontorios colindantes al castillo, estas son la Torre de la Solana, la de Tózar, la de Mingoandrés y la de la Gallina, de esta apenas quedan restos.


La fortaleza la componen dos recintos amurallados, uno para la población y otro en la cima para la alcazaba propiamente dicho. Tras haber pasado las últimas viviendas del pueblo, el Posito del Pan da la bienvenida a la primera cerca de muralla la cual protegía a la villa cuando esta se ubicaba aquí. Un total de diez torres dispone el recinto, cuatro de planta cuadrada y seis semicirculares, de las cuales destaca una de grandes dimensiones, almenada que se sitúa sobre la puerta de herradura  que daba entrada a la villa.



Estas junto a la muralla están fabricadas en mampostería de piedra, la orografía del terreno hace que la muralla se adapte a esta incluso en tramos la propia roca hace la función de defensa. Un poco más arriba, en la zona más llana, se sitúa la Parroquia. de la Encarnación, posiblemente sobre lo que fuera la mezquita del lugar, más conocida como Santuario del Cristo del Paño; imagen pictórica de mucha devoción en la provincia. Seguimos ascendiendo hasta tras cruzar un requiebro situarnos en la cima del cerro donde se sitúa la alcazaba, en este segundo recinto de similar construcción al primero encontramos trece torres aunque de la principal solo se conserva una planta, junto a esta aparece el aljibe. De monumentalidad es la muralla, situada sobre la escarpe haciendo el bastión en inexpugnable. Es desde aquí cuando se comprende de manera definitiva los distintos nombres que adquiere la fortaleza, por un lado observamos majestuosa la Sierra Nevada con la ciudad de Granada a sus pies mientras a nuestras espaldas en la lejanía se divisa la silueta de la fortaleza alcalaina de la Mota. El estado ruinoso del castillo, aunque no es malo, además del abandono y el tiempo se debe a dos hechos que la han destruido parcialmente, el haber sido cementerio de la población durante muchos años y el bombardeo  que sufrió durante la guerra civil española.


Desde que es conquistada Alcalá en 1341 y sobre todo durante la guerra de Granada muchos fueron los intentos de los castellanos por dominar este lugar aunque eran duramente defendidos por los musulmanes como lo fue en la matanza de Malalmuerzo. La conquista definitiva llegaría tras un asedio que la fortaleza resistió durante dos noches y un día según cuenta Hernando del Pulgar. En este asedio tuvo un papel destacado el uso de la artillería, la cual destrozaba las defensas haciendo que sus moradores tuvieran que repararlas durante la noche. En otra crónica se atribuye la rendición de la fortaleza tras un disparo por parte de una lombarda sobre los depósitos de pólvora del castillo. La población de Moclín acabaría capitulando el 26 de Julio de 1486


lunes, 3 de mayo de 2010

De las Mayas a la Cruz


Sin duda una de las fiestas con más raigambre en nuestra ciudad es la de la Cruz de Mayo, tradición de siglos extendida principalmente en el sur de España, sin embargo existen en toda Europa multitud de celebraciones relacionadas con la llegada de la primavera que tienen un origen común a nuestra fiesta y que con el paso de los siglos fueron adoptando sus propias características.

El celebrar la llegada de la primavera proviene al parecer de las culturas griega y fenicia que rendían culto a los dioses en la época del renacer de la vegetación para tener una abundante recogida de sus frutos. Pasa esta tradición después al mundo romano que adoraba a la diosa Maia o Maya, relacionada con la naturaleza y la fertilidad. Se conocían por tanto estas fiestas como “Las Mayas”, dando nombre al mes en que se celebraban, cuyo eje solía ser un árbol como símbolo de la vida, la fertilidad y la naturaleza alrededor del que se realizaban los rituales. Los romanos la extienden por todos sus dominios permaneciendo en las culturas posteriores y llegando a nuestros días con las variantes propias de cada región. Así por ejemplo en nuestro país se celebran las Mayas en el Valle de Baztán, en Navarra, protagonizado por muchachas jóvenes que recorren los pueblos entre canciones y bailes populares. Pero no hay que irse tan lejos pues en Baza se celebra una fiesta idéntica a esta incluso en el nombre. Muy extendidos por la península son los Mayos, troncos altos adornados que se colocaban en las plazas y entorno a los cuales se celebraba la fiesta como recoge en uno de sus cuadros Francisco de Goya. Sin embargo en muchos lugares el árbol se sustituye, como en Granada, por una cruz.

En la tradición cristiana la veneración a la Cruz de Cristo proviene de la leyenda de su hallazgo por santa Elena, madre del Emperador Constantino, en Jerusalén en el año 326 d.C. La Iglesia celebró desde entonces el día 3 de mayo la fiesta de la Invención de la Santa Cruz coincidiendo con las Mayas ya que, como otras celebraciones, al pasar a ser la religión oficial hubo una asimilación de las antiguas fiestas del Imperio con las cristianas a fin de que calaran en la sociedad politeísta romana. Ciertamente hay multitud de similitudes entre la cruz y el “árbol de mayo”, por ejemplo la importancia que en el adorno de las cruces tienen los elementos naturales, principalmente las flores. También el parecido de la cruz con el árbol florido es símbolo de la resurrección de Cristo. Es en Andalucía donde se ha mantenido con diversas formas esta fiesta, Córdoba y Granada son las ciudades donde es festivo actualmente, pero también pueblos como Alcalá la Real en Jaén adornan sus calles y plazas en torno a la Cruz.

En Granada se sabe que se celebró en 1625 la colocación de la Cruz blanca de San Lázaro con fiestas y bailes, así se ha mantenido hasta la actualidad en que se ha recuperado el sabor tradicional de la fiesta alejado de macrobotellones. Son muchas las cruces que se levantan en patios y plazas tan bellos como la Corrala de Santiago o la Plaza Larga, sacan los granadinos de sus casas en este día auténticos tesoros de la artesanía, ya no solo cerámica y cobre sino obras de arte de talla y pintura. Se recrean monumentos y parajes granadinos con meritorias obras de arquitectura efímera así como las labores y profesiones tradicionales. Quizás sea la más famosa la cruz del Albayzín con el marco de Plaza Larga a la que poco hay que añadir porque es todo el año un bello rincón granadino. En resumidas cuentas un día para vivir la tradición, pasear por la ciudad y recrearse en ella en el momento del año en que más bella está, la Primavera.