martes, 1 de junio de 2010

Granada en Corpus (I). Orígenes de la fiesta


Procesión del Corpus Christi de Granada en 1923

La veracidad de la célebre frase que la tradición pone en boca de los Reyes Católicos, “divertíos como si fuerais locos”, en relación a la celebración de las fiestas del Corpus Christi ha sido seriamente cuestionada por los historiadores. No pudiendo afirmar la literalidad de esta, si que existen pruebas fehacientes de que la celebración fue instituida por mandato de los soberanos recién tomada la ciudad. Mucho antes ya se celebraba en la cristiandad esta solemnidad desde que el papa Urbano IV la instaurara en 1264 a raíz de las visiones de Sor Juliana de Monte Cornillón que en sueños vio que faltaba en el calendario litúrgico una fiesta dedicada a la Eucaristía. La reforma tridentina la fomentaría más aun como contraposición al protestantismo que restaba importancia a este sacramento.

Como decimos, la recién acristianada Granada toma esta celebración como la principal fiesta local por decisión de Isabel y Fernando. Pruebas de ello nos da la profesora Pilar Bertos Herrera en su libro “El tema de la Eucaristía en el Arte de Granada y su Provincia”, en el que reseña la existencia de un “Real Privilegio concedido el 20 de Septiembre de 1500 por el cual se autorizaba al municipio a reservarse los despojos de las reses que se carnizaban en el matadero para gastos de las fiestas”. Igualmente recoge las “Ordenanzas que los muy ilustres y magníficos señores de Granada mandaron guardar, para la buena gobernación de su república, que consignan en su título 126, el orden a guardar en la procesión del Corpus y los adornos con juncia necesarios para tal festividad”.


Eran pues cometido del Ayuntamiento los preparativos del día del Corpus consistentes en decorar las calles del recorrido, participando también lo gremios y vecinos, el montaje de tribunas y de organizar la consabida corrida de toros. A partir de 1566 la fiesta se ve ampliada a toda la semana con bailes y festejos, comienzan a levantarse altares y arcos de triunfo, se incorpora el desfile de la pública de las fiestas, la Tarasca y su corte de gigantes, que entonces representaban emblemas de las artes, las ciencias y las letras como en 1741 que figuraron las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, y diablillos precursores de los actuales cabezudos. Igualmente se disparaban salvas de artillería y luminarias de fuegos artificiales desde la Alhambra y el castillo de Bibataubín. Será en el siglo XVII cuando se incorporen grandes carros encargados de transportar actores que representaban autos sacramentales. Por último, en la tarde del jueves se interpretaban los autos en la Chancillería.


Como vemos la celebración que ha llegado a nuestros días guarda mucho que ver con sus inicios en lo esencial gracias al empeño local por mantener y recuperar antiguas tradiciones como la de los toldos, polémicos este año por sus anclajes a edificios históricos, quizás lo que más se eche en falta sea el adorno de las casas particulares y edificios públicos ya que pocos son los que en calles como Reyes Católicos o Gran Vía se engalanan, ni siquiera una institución tan implicada como el propio Arzobispado ha puesto mucho interés en decorar los balcones de la fachada a la plaza de las Pasiegas del palacio Arzobispal. Sirva como ejemplo la iniciativa que en Toledo, ciudad en la que también es fiesta principal el Corpus, llevó a cabo la “Asociación de amigos del Corpus Christi” para el adorno de la ciudad. Sin entrar en comparaciones absurdas entre ambas celebraciones quien lo conoce afirma no haber visto balcón sin mantón ni fachada sin cesto de flores, faroles antiguos, gallardetes, etc. No sería mal espejo en el que mirarnos para magnificar más aun nuestro día grande.


Adornos de la ciudad de Toledo para la procesión del Corpus Christi

Tapices colgados en los muros de la catedral de Toledo para la procesión del Corpus Christi

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